Primarias de la derecha francesa: ¿por quién votar?
La solución única para fidelizar la derecha
Durante los últimos meses, el aparato mediático francés y los sondeos han colocado unánimemente a Alain Juppé como líder indiscutible de las primaires de la droite et du centre. Rempart frente al Front National, rassembleur de los franceses, adalid de la identité heureuse. ¿Enfrente? En principio Nicolas Sarkozy si bien el heredero de los galos viene de anunciar su partida tras la debacle electoral. Ahora es el espartano François Fillon quien lidera las primarias, el único con capacidad de mantener a Le Pen fuera del Elíseo.
Un sistema político debilitado
Tras interiorizar la sorpresa de ver a François Fillon pasando a segunda vuelta debo confesar que nos equivocaríamos apostando por Alain Juppé. Tú, que legítimamente te escandalizas, tengo algo para ti. Marine Le Pen quiere abiertamente a Juppé como candidato. Porque le conviene. Porque Juppé es transparente y una opción claramente antagónica al FN, senecto e inequívoco símbolo del sistema que combaten. Un sistema que protege a su candidato. Por un lado, el apoyo sin fisuras del centro. Por otro, los sensuales guiños desde la izquierda animando veladamente a participar del open bar de las primarias rivales buscando influir la balanza - confirmado un 15% por BFMTV. Hechos que ponen de manifiesto la última y desesperada carga banzai de la vieja política francesa ante la paulatina recomposición del espacio político ante el imprevisible poder del populismo.
En busca de la derecha fiel
En el campo republicano, es irrefutable el hecho que Juppé es el candidato más digestivo para el electorado de izquierda (57%). Si bien méritos no le faltan, no deja de ser un candidato de la derecha liberal. Por todo ello, ¿por qué no nos preguntamos quién es el más movilizador para los propios Républicains o incluso para segmentos del Front National? Es necesario planteárselo de esta forma vista la volatilidad de sectores como el sarkozyste o incluso el voto católico identitario, que se van hacia el FN. En el hipotético caso de que Alain Juppé lograse aunar al centro y segmentos de la izquierda, ¿de qué nos serviría si con ello debilita a la derecha?
A la espera de reacciones en el Parti Socialiste y el alcance del fenómeno Macron, la campaña presidencial se juega en la derecha. Una deriva articulada en los últimos años en torno al eje identidad-inmigración-seguridad, que ha desnaturalizado a la izquierda y dado un aire campechano a la extrema derecha. En esta línea, un 50% de los franceses entrevistados por Sofres en febrero de 2016 expresa su acuerdo con la afirmación “Marine Le Pen comprende los problemas de los franceses”. Visto el panorama, François Fillon se revela como la opción más estratégica en el voto del domingo. El bicarbonato de sodio que la nueva situación requiere.
El que avisa no es traidor
La derechización de la agenda política francesa ha desmembrado a la izquierda y otorgado visos de moderación a la extrema derecha. La temática y las reglas del juego están en manos de Marine Le Pen y a cinco meses de las elecciones es tarde para ignorar la polarización de la sociedad. Cuando el Front National es primera fuerza en las elecciones europeas y nuevamente en la primera vuelta de las elecciones regionales, existe un dilema de representatividad. La percepción de grandes sectores de la sociedad francesa no se limita a que los partidos tradicionales no los representen sino peor: que no entienden sus problemas. Cuando Juppé habla con la buena intención del que se dice rassembleur sobre identité heureuse o multiculturalismo peca de la ingenuidad de un abuelo comprensivo que no pincha ni corta. ¿Resultado? Una decisiva fuga de votos sarkozystes al FN que podrían acabar dando el gobierno a Marine Le Pen.
La ventaja de atraer electorado progresista invocando el mal menor se cae por su propio peso ante lo espinoso de la situación. Difícil tesitura… Mal menor es votar al pestilente adversario sin fisuras. Mal menor es anteponer el interés general y el bien de la nación. La democracia y la Unión Europea. Significa que la izquierda francesa vote suprimir 500.000 puestos de funcionario público. Difícil, ¿no? Mal menor fue en definitiva el apoyo con tufillo de Bernie Sanders a Hillary Clinton. ¿Resultado? No se logró fidelizar a segmentos de su propio electorado y acabaron perdiendo swing states ganados ampliamente en las primarias por su rival como el caso de Wisconsin, Michigan o incluso Iowa, donde Bernie encabezó hasta el recuento final. Permitidme poner en duda el supuesto de responsabilidad colectiva ante un mal menor.
Si bien Alain Juppé es el candidato que podría contar a priori con un voto masivo de la izquierda no deja de existir una falta de garantías a este respecto. Viendo el resultado en los Estados Unidos mejor evitar falsas esperanzas. Donde sí que puede, por el contrario, incidir el factor Fillon es fidelizando la tradicional base electoral de la derecha. Alejándola por tanto de la tentación FN. Un partido cuya estrategia de dédiabolisation y ejercicio institucional del poder ha dejado de ser un tabú para gran parte de la sociedad francesa: descamisada, vilipendiada, incomprendida. Existen una serie de demandas que deben ser atajadas teniendo en cuenta la gravedad del momento sin perder de vista los valores republicanos ni el rol que Francia juega en Europa.
Alain Juppé o François Fillon, no hay más. Quedan dos opciones. Votar al favorito de Le Pen rogando la movilización de la izquierda para tener cinco años de tofu político en el deshonrado cargo presidencial. O votar a una tercera vía que afronte el reto con el realismo que demanda, recomponiendo a la derecha con la experiencia y la moderación de alguien del sistema. Sarkozy y Le Maire ya se han pronunciado. El 27 de noviembre, aux urnes citoyens!
Este artículo ha sido escrito por Javier Carracedo Vicente, estudiante Master en Sciences Po París.
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